Ya en 2010, un estudio realizado por un equipo dirigido por Abha Chauhan del Instituto Estatal de Nueva York para la Investigación Básica en Discapacidades del Desarrollo, presentado el 11 de julio en la Conferencia Internacional sobre la Enfermedad de Alzheimer de ese mismo año, estudiaba el efecto de la ingestión de nueces en la memoria, la ansiedad y la capacidad de aprendizaje en un modelo de ratón de la enfermedad de Alzheimer.
El trabajo investigador observó que los ratones alimentados con nueces conservaban las habilidades mentales y por el contrario aquellos ratones que no las ingirieron sufrieron una pérdida dramática en el aprendizaje, la memoria y el control físico y emocional. El postulado de los investigadores era que las nueces ayudaban a destruir productos químicos de radicales libres dañinos que están implicados en la demencia y concluyeron que estos resultados sugieren que añadir nueces a la dieta habitual podría tener un efecto beneficioso en la reducción del riesgo, además de retrasar la aparición o retardar la progresión de la enfermedad de Alzheimer.

Según la opinión del doctor Joe Vinson, catedrático del Departamento de Química de la Universidad de Scranton, experto en antioxidantes, este estudio incrementa las evidencias de que las nueces, con el mayor y mejor contenido antioxidante de todos los frutos secos, podrían ser un protector de las células cerebrales.