Gracias al trabajo publicado en la revista Science Translational Medicine se ha conocido que los prometedores bimarcadores que se encuentran en fase de estudio para detectar precozmente el alzhéimer parecen sufrir un cambio a medida que los pacientes desarrollan síntomas de la enfermedad. La información puede resultar clave para comprender cómo actúan los actuales tratamientos según ha explicado la autora de la investigación, Anne Fagan, quien asegura que las "alteraciones en los niveles de dichos biomarcadores será uno de los criterios que utilicemos para evaluar el éxito o el fracaso de los fármacos, pero antes necesitamos saber cómo se comportan normalmente en ausencia de tratamiento".
Desde hace unos años se sabe que los niveles de los marcadores de lesión neuronal se incrementan en el líquido cefalorraquídeo durante una década o más antes de la aparición de la demencia.
Fagan y sus colegas estudiaron los datos de la Red de herencia dominante de Alzheimer (DIAN), un proyecto de investigación multinacional de la Universidad de Washington. Todos los participantes de DIAN provienen de familias afectadas por las mutaciones genéticas que causan formas hereditarias poco comunes del alzhéimer. Los portadores de la mutación de su familia pueden desarrollar síntomas de deterioro mental ya desde los 30 años. Los investigadores analizaron los datos de ésta base de datos y se han centrado en tres biomarcadores relacionados con las lesiones en las muestras de líquido cefalorraquídeo de 26 participantes del estudio que eran portadores de la mutación causante.
Dos de los biomarcadores,la proteína Tau CSF (t-tau) y la tau fosforilada (P-tau), son los responsables de la formación de los ovillos neurofibrilares observados en los cerebros de pacientes con alzhéimer, y el tercero es un sensor de calcio neuronal llamado VILIP-1. Los niveles de los tres biomarcadores aumentan después de que las neuronas se lesionen y están vinculados con el declive de la función cognitiva. La evidencia sugiere que a medida que progresa la enfermedad, las neuronas que mueren liberan los biomarcadores en el líquido cefalorraquídeo. Los investigadores comprobaron que los niveles de los biomarcadores se incrementaron en los participantes que todavía no habían desarrollado demencia, pero también encontraron que en la mayoría de los participantes que sí tenían demencia, la cantidad de los tres biomarcadores disminuyó con el tiempo. La caída era relativamente pequeña, pero consistente y estadísticamente significativa. "Los datos son muy interesantes, sobre todo teniendo en cuenta que estudios previos han demostrado que otros indicadores de la enfermedad de Alzheimer, como la contracción del cerebro, se mantiene después de la aparición de la demencia", señala Fagan.
Los investigadores intuyen que el aumento de los niveles de los biomarcadores antes de la enfermedad probablemente refleja una etapa intensa de muerte celular, mientras que la disminución de los niveles indica una desaceleración de este proceso. Sin embargo, también es posible que dichas reducciones sean el resultado de una disminución en el número de células cerebrales vivas que aún no han sido eliminadas por el alzhéimer.
En cualquier caso, como señalan los autores del este trabajo, hace falta más investigación para saber si los niveles de los biomarcadores se someten a un cambio similar en los pacientes con las forma más común de la enfermedad, que generalmente es diagnosticada en edades mucho más avanzadas.