Mi experiencia

En el año 1997, con 77 años, mi madre empezó a dar ciertas muestras de falta de memoria; repetía una y otra vez las mismas cosas o nos hacía a mi padre y a las hijas, las mismas preguntas que una vez contestadas, parecían no quedar  grabadas en un cerebro que hasta muy poco tiempo antes había sido capaz de funcionar con verdadera precisión.

Ella, si bien no tenía estudios superiores, siempre había sido considerada una mujer inteligente y culta, le gustaba leer, se interesaba por los problemas de los demás y fundamentalmente había dedicado su vida a hacer más agradable la de los que la rodeaban. Junto con mi padre había viajado bastante, nunca había fumado y como buena navarra, en casa, nunca faltaba un plato de verduras.  Cantaba nanas a sus nietos con la misma ternura que nos las había cantado a las hijas y era capaz de sobreponerse rápidamente a cualquier desgracia, por muy grande que ésta fuera. Todavía hoy, y después de convivir tantos años con el alzhéimer, todos cuanto la conocen la siguen queriendo, y, aun sin palabras, es capaz de dar cariño y, con enorme generosidad, dejar que los demás se lo devolvamos.

A partir del diagnóstico y más por ser hija que por haber estudiado periodismo, seguí con muchisimo interés todo cuanto se mostraba sobre la enfermedad de Alzheimer en los distintos medios de comunicación.

Como periodista tengo el convencimiento de que la información  sobre cualquier enfermedad y por lo tanto el conocimiento, cuando se trasmite de forma rigurosa y veraz, nos permite tomar decisiones que afectan a nuestro bienestar o nuestro futuro de forma mucho más libre y responsable, haciéndonos menos vulnerables y más dignos, no solo frente a nosotros mismos, sino tambien ante los demás.

Tras un diagnóstico como éste, son-en la mayoría de los casos- los familiares del enfermo los que deben organizar el presente y el futuro de una persona que de forma inevitable acabará dependiendo  de los otros para mantenerse con vida. Y que esta vida sea lo más digna y valiosa también depende de la visión  que los propios medios de comunicación tienen -y por lo tanto- trasmiten a sus audiencias.

Ante el alzhéimer, si nada sabemos es más facil creer a pies juntillas todo cuanto los profesionales de la salud nos digan; simplemente seguimos las pautas que ellos nos marcan y al no cuestionarnos casi nada —pues casi nada nos atrevemos a preguntar— es muy posible que tengamos menos incertidumbres y por ello, simplemente, creamos que sufriremos menos.

Pero todos, incluido el enfermo en la primera fase de la enfermedad, acabamos acercándonos a los medios de comunicación a la búsqueda de respuestas que el médico, sea o no especialista, no siempre nos da.



No hay comentarios:

Publicar un comentario