Terapias sin drogas
Especialistas
norteamericanos llaman “intervenciones psicosociales” o “terapias sin
drogas” a las alternativas que buscan combatir la pérdida de memoria a
la par de los tratamientos farmacológicos convencionales. Esta nueva
tendencia -cuenta Mona Johnson en The Tangled Neuron-
apunta tanto a personas con problemas de memoria como a cuidadores,
y consiste en alentar el ejercicio físico, la educación y contención del
cuidador, la estimulación cognitiva, la músicoterapia, la terapia de la
reminiscencia, el repaso de actividades cotidianas.
“Las intervenciones psicosociales pueden marcar una gran diferencia”,
sostiene la doctora Mary Mittelman. Esta investigadora del Departamento
de Psiquiatría en la Universidad de Nueva York
es una de los 22 profesionales que decidieron analizar en forma
sistemática terapias libres de drogas para evaluar su efectividad.
El equipo encontró más de 1300 estudios entre 26 tipos de tratamiento
y analizó los 179 considerados de mayor calidad. Entre ellos, un
programa de educación y contención para el cuidador, que consigue
extender el tiempo que un paciente con Alzheimer permance en su casa
antes de ser internado en algún geriátrico.
Es cierto que la calidad de las evidencias decrece cuando se trata de
probar que el mismo programa puede mejorar la memoria, el humor, la
conducta, las funciones del enfermo. Pero los investigadores sí dan
cuenta de otras intervenciones psicosociales que sugieren -por un lado-
que la estimulación cognitiva:
1) Mejora la memoria y el razonamiento de personas con demencia;
2) Disminuye los problemas de conducta;
3) Aumenta la habilidad para realizar actividades cotidianas.
Por otro lado, estos académicos también piensan que el asesoramiento
de profesionales a domicilio puede mejorar la calidad de vida del
cuidador y del enfermo.
En su post, Mona explica que es difícil sacar conclusiones absolutas
sobre estos estudios porque no todos se rigen por la misma medida de
efectividad. Además, como suelen combinar distintos tratamientos, cuesta
determinar qué partes precisas de tal o cual combinación es la más
efectiva.
Los investigadores no encontraron evidencia suficiente que pruebe la
eficacia de estas terapias aplicadas de manera aislada, incluidas la
estimulación eléctrica transcutánea, el ejercicio físico, los masajes,
la terapia de reminiscencia, la de recreación, el uso de luces, la
estimulación multisensorial, la psicoterapia. Sin embargo, algunas de
ellas formaron parte de algún tratamiento que sí resultó.
En su reporte, el equipo de especialistas subraya que esto no
significa que dichas terapias no funcionen. En cambio sí significa que
hace falta estudios más amplios, mejor diseñados y actualizados.
Los tratamientos sin drogas son dignos de una mayor atención. Primero
porque los beneficios para los pacientes y sus familiares podrían ser
significativos; segundo porque, en su mayoría, estas intervenciones
cuestan menos que los medicamentos (de hecho piden más tiempo que
dinero).
“Nuestro trabajo sugiere que el Alzheimer empieza a desarrollarse
años antes de la aparición de síntomas”, dice la Dra. Mittelman. “A
partir de cierta edad, la prevención deja de funcionar y el tratamiento
es la única posibilidad. Ante la falibilidad de las fármacoterapias,
pocos hablan del acierto de algunas intervenciones psicosociales”.
Tal como sostiene Mona, quizás este nuevo análisis académico estimule
el debate y más investigación sobre los tratamientos sin medicamentos.